Neoliberalismo y globalización
Resumen
El neoliberalismo cobra fuerza, no sólo en razón de la desintegración política y descomposición económica de los socialismos reales, sino porque se fundamenta en las fuerzas motrices de la nueva revolución tecnológica. La "cultura de la exclusión", agravada por la simbiosis del neoliberalismo y la globalización, saca de la escena económica a muchedumbres de mano de obra, a miles de empresas productivas, a Estados conformistas y debilita la misma identidad nacional. Somos mundos y países tan diferentes y tan distanciados, cultural y económicamente, que sólo una vía no nos podría congregar a todos. Lo importante es que haya creatividad, sin imperios ideológicos.
1. El presente del neoliberalismo
1.1. Simbiosis del neoliberalismo y de la globalización
Al finalizar el siglo XX enfrentamos la simbiosis del neoliberalismo y de la globalización. Esta integración no es historia nueva: el liberalismo de mercado del siglo XIX se desarrolló sobre las fuerzas motrices de la revolución industrial. El neoliberalismo de fines del siglo XX se afianza en simbiosis con la impetuosa revolución tecnológica, que Frank Hinkelammert describe como "el huracán de la globalización".
El neoliberalismo cobra fuerza, no sólo en razón de la desintegración política y descomposición económica de los socialismos reales, sino porque se fundamenta en las fuerzas motrices de la nueva revolución tecnológica. Por su parte, el mecanismo de funcionamiento de esta reconversión productiva se acomoda a las pautas y normas de la economía de mercado, una vez desaparecidos aquellos socialismos reales. Esta simbiosis crea el imperialismo teórico y práctico del neoliberalismo.
La actual revolución tecnológica ofrece algunos aspectos atrayentes y positivos. Mientras que en las décadas de la guerra fría, gran parte de los inventos e innovaciones tecnológicas se aplicaron a la carrera armamentística y a la gestación de la muerte, la actual revolución tecnológica nutre importantes avances de la producción civil, que mejorarían los niveles y géneros de vida: revolución de la informática, microelectrónica, comunicación-información, biotecnología, junto con los nuevos productos y nuevos modos de producción, calificados como reingeniería empresarial. Una revolución tecnológica al servicio de la producción y de la vida.
Sin embargo, junto con estos aspectos positivos y tal como lo ha descrito el gran economista Joseph Schumpeter, las revoluciones tecnológicas aparecen en la historia como un "proceso de destrucción creativa": los nuevos inventos-innovaciones generan la desaparición de los modos de producción obsoletos y el desalojo de factores de producción menos eficientes, entre ellos, una gran parte de la mano de obra. Al darse actualmente la simbiosis de este proceso de destrucción creativa (globalización) con las normas de eficiencia-competitividad (ventajas competitivas) del mercado neoliberal, se gesta una "cultura de la exclusión", o de muerte lenta y masiva de gran parte de la humanidad. Luego de la guerra fría se inicia la era de la "paz-violenta", sin que se reabra un juicio de Nüremberg. Por ello, al finalizar el siglo XX reaparecen, en clave mayor, los mismos problemas de fines del siglo XIX, la creciente proletarización humana y el darwinismo social. Es lógico que junto a los neo-clásicos y neo-liberales afloren los neo-keynesianos, los neo-estructuralistas y los neo-
socialistas. Por desgracia también repuntan los neo-fundamentalistas étnico-religiosos que siembran el miedo y la muerte.
1.2. Tres grandes mercados
Este proceso de globalización tecnológica no afecta solamente al feudo económico-empresarial; la cultura de la exclusión invade las fronteras del orden político-democrático, la estructura social y el ámbito de los valores éticos. El proceso de globalización integra, al menos, tres grandes mercados.
(1) El mercado de las empresas transnacionales. La primera sorpresa es que al listar las naciones de acuerdo con el volumen de su Producto Interno Bruto, el país No. 15 se llama General Motors, y el 16, Exon Company... En 1994, el Producto Interno Bruto de El Salvador era de 8,070 millones de dólares; en el mismo año, la facturación de Mitsubitshi era de 175,800 millones de dólares; Mitsui facturaba 171,500 millones de dólares; Sumitomo 162,500 millones de dólares; General Motors 155,000 millones de dólares... Es decir, 20 o 22 veces el Producto Interno Bruto de El Salvador. Al ser estas megaempresas veinte veces más poderosas que muchos Estados, arrollan nuestras fronteras con sus productos y capitales. En realidad, no necesitan arrollar las fronteras porque la teoría imperante ordena que los Estados "deben facilitar los flujos de mercancías y capitales y fomentarlos con subvenciones inmensas y que en tamaño superan la cantidad de subvenciones que el Estado Social jamás haya efectuado".
(2) En simbiosis con las megaempresas y grandes bancos comerciales se sitúa el mercado financiero, que integra al instante las bolsas de valores mundiales. Este mercado de capitales financieros moviliza diariamente l,2 trillones de dólares. Para decirlo en forma gráfica: "en cuatro días de transferencias bancarias internacionales, resultado de las transacciones de divisas, se manipula más dinero que toda la producción creada por la economía de Estados Unidos en un año, o por la economía mundial en un mes". Todos somos testigos del efecto-dominó que la crisis bursátil de julio y octubre 1997 ha venido generando a lo largo del presente año en todos los rincones del planeta, a partir del epicentro sudasiático, o países dragones, que se nos proponían como modelos económicos para el tercer mundo. La especulación financiera genera una inestabilidad monetaria que desestabiliza a las mismas megaempresas y Estados, como lo escucharemos más adelante del financista y filántropo George Soros.
(3) Interrelacionado con los mercados de la gran producción y del dinero se asienta el tercer imperio de los medios de comunicación social. Estos oligopolios o monopolios nos transmiten al instante no sólo hechos y sucesos, sino la interpretación de tales sucesos. Crean la nueva cultura del hombre hecho para producir, ganar y consumir. Hoy día los gastos en publicidad se emparejan con los pasados costos de la carrera armamentística. Los nuevos valores mercantiles agotan costumbres y valores tradicionales, gestando la clonación del nuevo "homo oeconomicus".
El Dr. Maza Zavala lo expresa en forma lacónica: "Una vez más, la globalización no solamente significa homogeneización del modo de producción en el mundo, sino también uniformidad cultural. Los patrones de comportamiento, los valores, los gustos, los hábitos, todo se mundializa; ya no hay lugar para los valores tradicionales, para los valores que identifican a un pueblo, los valores en que se fundamenta la existencia de una nación, sino que hay lugar para la universalización, pero una universalización que no resulta del consenso, que no resulta de la confluencia de voluntades de las diferentes sociedades humanas, sino que resulta de un designio, de una matriz diseñada para que se
ajusten a su funcionamiento todas las actividades. Y de allí que haya, por consiguiente, un sistema mundial de comunicación, un sistema mundial de estilos de vida y, desde luego, un sistema político mundial: el sistema de la democracia representativa, una manera mundial de entender y aceptar la actividad del hombre, el hombre sin transcendencia, el hombre como sujeto y objeto de las apetencias de la vida ordinaria, el hombre en el afán de lucro y disfrute, el hombre que encuentra en ello el principio y fin de su razón de ser".
1.3. El neoliberalismo en cuestión
Este es el título de un seminario organizado en Barcelona, 1993, por Cristianime i Justicia, que analiza los aspectos económicos, culturales, éticos y políticos del neoliberalismo. En 1995 se organiza en Córdoba (España) otro seminario sobre los derechos económicos y sociales y la crisis del Estado de bienestar". Ambos seminarios tienen en común, junto con una crítica histórica del neoliberalismo real, la nostalgia y la propuesta de reactualizar los grandes valores éticos y económicos del Estado social de bienestar: el destino universal de los bienes materiales, su distribución más equitativa y la construcción de una sociedad más solidaria. Por supuesto, como lo veremos en el presente comentario, éstos no son los únicos documentos que, desde los países desarrollados, nos ofrecen una crítica constructiva del neoliberalismo.
Desde América Latina, organizado por el CELAM-CIEDLA, tiene lugar en Santafé de Bogotá, en 1995, el seminario "Ética, economía, política y pobreza: el desafío crucial para América Latina". En 1996, los superiores provinciales de la Compañía de Jesús de América Latina publicaron un documento, de amplia resonancia, titulado "El neoliberalismo en América Latina",. Tampoco son éstos los únicos documentos que, desde América Latina, nos ofrecen una crítica constructiva sobre nuestro liberalismo real.
Estos documentos tratan de clarificar su posición frente al neoliberalismo; reconocen los aportes positivos de la globalización y de los programas de ajuste estructural, al mismo tiempo que evalúan que son mayores los desequilibrios económicos, políticos, sociales y culturales, y sobre todo los desajustes humanos de este neoliberalismo. "El neoliberalismo, tal como se entiende en América Latina, es una concepción radical del capitalismo que tiende a absolutizar el mercado hasta convertirlo en el medio, el método y el fin de todo comportamiento humano inteligente y racional. Según esta concepción están subordinados al mercado la vida de las personas, el comportamiento de las sociedades y la política de los gobiernos. Este mercado absoluto no acepta regulación en ningún campo. Es libre, sin restricciones financieras, laborales, tecnológicas o administrativas".
"Oponerse al neoliberalismo no significa estar en contra de la utilización eficiente de los recursos de que dispone la sociedad, no significa delimitar la libertad individual, no significa apoyar el socialismo de Estado... No se nos escapan los elementos positivos del neoliberalismo en la movilización internacional llevada a cabo por las transformaciones tecnológicas que han permitido disminuir las enfermedades, facilitar las comunicaciones, acrecentar el tiempo disponible para el ocio y la vida interior, hacer más cómoda la vida de los hogares"... Pero los efectos negativos son mayores.
A modo de índice, la "cultura de la exclusión", agravada por la simbiosis del neoliberalismo y la globalización, saca de la escena económica a muchedumbres de mano de obra, a miles de empresas productivas, a Estados conformistas y debilita la misma identidad nacional. Al mismo tiempo, los bandazos tecnológicos del "proceso de destrucción creativa" y las incontrolables fluctuaciones especulativas del mercado financiero (crisis bursátil de 1997-1998) transfieren la inestabilidad monetaria a los sectores productivos empresariales y a las políticas económicas de los Estados. No puede ser éste "el fin de la historia" y es necesario escuchar otras voces.
1.4. "El huracán de la globalización"
Así llama Frank Hinkelammert al proceso de globalización que pasa desde hace más de dos décadas por encima de América Latina, así como pasa por encima del mundo entero como un huracán.
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"El neoliberalismo es una concepción radical del capitalismo que tiende a absolutizar el mercado hasta convertirlo en el medio, el método y el fin de todo comportamiento humano inteligente y racional".
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"Hinkelammert presenta al primer mundo de hoy como un archipiélago que aparece en todos lados, en el interior de un mar circundante de espacios, que ya no pueden integrarse ni económica ni socialmente. Incluso, los países del primer mundo dependen de un crecimiento intensivo, altamente tecnificado, que ha logrado los límites tecnológicos posibles y que puede seguir solamente al paso del surgimiento de nuevas posibilidades tecnológicas y de su aprovechamiento. A excepción de las inversiones en infraestructura, las nuevas inversiones son función de nuevos desarrollos tecnológicos. Aunque este archipiélago de inversiones intensivas en alta tecnología está ubicado sobre todo en el Norte, esta relación no puede entenderse como una relación Norte-Sur, sino como una relación de exclusión; hoy día se habla de un tercer mundo en el interior del primer mundo y de un primer mundo en el tercero. Lo que tenemos son centros o enclaves en forma de archipiélago y una periferia circundante, donde el mercado mundial engloba todo, dada la libertad de flujos de mercancías y capitales y la ausencia de intervenciones estatales a estos flujos"...
"Esta apertura a la globalización --agrega Hinkelammert-- tiene consecuencias negativas para la inversión de capital productivo en el área industrial, agraria o de las materias primas. Estas inversiones se pueden ver bloqueadas por el mismo proceso de la globalización. La producción de estas inversiones requieren ser competitivas para poder realizarse, lo que pocas veces puede lograrse sin protección y fomento; en consecuencia no se inician. Los enclaves de este archipiélago conservan una dinámica hacia dentro y una exclusión de otras inversiones productivas. Así se explica la tendencia hacia la estagnación dinámica (jobless-growth), el bloqueo al crecimiento del capital productivo, ante la libertad de los flujos de mercancías, productos y capitales..."
"Esto afecta de manera seria a múltiples inversiones internas productivas que, al verse frenadas por la competencia, hacen que los capitales disponibles sean invertidos especulativamente. Aparece entonces la cacería de inversiones especulativas de mayor rentabilidad. Estas posibilidades de inversiones especulativas se hallan, sobre todo, en aquellos sectores de los servicios públicos y sociales del Estado. El capital especulativo no encontraría ubicación rentable sin invadir estas actividades. Esto explica la presión mundial hacia la privatización de todas las funciones del Estado para encontrar esferas de inversión no productiva. Este proceso de globalización-privatización, al generar una nivelación de salarios a la baja y una concentración mayor de los ingresos, incrementa el volumen de capitales disponibles y necesitados de nuevas inversiones especulativas. Las privatizaciones que se buscaban como solución y salida llevan a la agudización del problema..."
"En América Latina, la globalización acentúa esta estagnación dinámica donde el desarrollo se hace con menos fuerza de trabajo. Esta fuerza de trabajo <<liberada>> tiende a refugiarse en el sector
informal, en situación de precaria subsistencia. Por tanto, se discuten soluciones posibles a partir de estos problemas: exclusión de la población y destrucción de medio ambiente".
"En apoyo a esta política de exclusión se utiliza la teoría de las ventajas competitivas, ponderando siempre las ventajas y nunca sus pérdidas. Hinkelammert emplaza la teoría de las ventajas competitivas. Esta teoría sostiene que cualquier forma de libre comercio internacional necesariamente se aplica en ventaja de todos los países que entran en este comercio... Según esta teoría, no es posible que comprar barato sea la manera más cara de comprar. Sin embargo, la transición al estancamiento y después a la contracción dinámica son completamente diferentes. En esta situación, el libre comercio destruye mayores ingresos de los que se generan derivados de la compra más barata. Efectivamente, se compra más barato, pero esta compra lleva a la destrucción de producción que había permitido determinados ingresos. Al destruir esta producción, sin sustituirla por nueva y más eficiente, se pierde este ingreso sin ninguna contrapartida igual o mayor...". Este es un breve e imperfecto resumen de la tesis de Hinkelammert, que otros autores confirman desde ambos lados del Atlántico.
Bibliografia: http://www.uca.edu.sv/
Francisco Javier Ibisate
Neoliberalismo y globalización